Si las paredes y los muebles son la estructura de un hogar, los textiles serían su alma. Y es que estos dotan a la casa de personalidad, calidez, carácter, comodidad y sensación de pertenencia. ¿Qué sería un salón sin cortinas ni cojines? ¿O una habitación sin sábanas, colcha o nórdico? ¿Y una cocina sin paños o un baño sin toallas ni albornoces? Está claro que necesitamos la ropa de hogar en nuestra vida, igual que necesitamos vestirnos cada día. Forma parte indivisible de cualquier casa. Además, los tejidos prácticamente los encontramos en todo tipo de acabados, colores y materiales diversos. Pero, ¿cómo hemos llegado a tener tanta variedad?
Empecemos por el color. El teñido es parte fundamental de la historia del textil, y es una historia muy interesante, ya que a partir de ella podemos recrear en nuestra mente –además de verlo en documentales y películas- cómo eran las sociedades precedentes a la nuestra.
Ya en el neolítico se han encontrado muestras de tinte solidificado. Era ya común también en importantes civilizaciones de Centroamérica, Egipto, Persia, India y China. Pero, ¿cómo se hacía? Aproximadamente desde el 5000 a.C hasta el siglo XIX, solo se podían aplicar tintes naturales; todavía no existían los sintéticos. Por esa razón, cada cultura tenía que adaptar su modo de teñido según la flora y fauna del lugar donde se asentaba. Así pues, los tintes podían salir de insectos, como la cochinilla, que producía el color rojo, usado por los aztecas; también de vegetales, como el glasto o el índigo, para el azul; o de animales como un molusco extinto que producía el color púrpura tan usado por las clases altas en el Imperio Romano. De hecho, si nos fijamos, este color se sigue relacionando con el poder y la realeza. Otros, por ejemplo, son el carmín, una sal alumínica, o la corteza de roble negro americano, que fueron traídos a Occidente desde América, entre otros muchos.
Hoy en día ha resurgido el proceso de teñido con tintes naturales, ya que resulta más sostenible para el planeta. Sin embargo, en 1856, el invento del tinte sintético por parte del joven químico William Henry Perkin supuso toda una revolución en la industria textil y para la mecanización de dicha industria. Como curiosidad, antes de esa fecha, en algunas zonas de tradición tintorera, como Italia, el gremio del coloreado de textiles mantenía a buen recaudo sus secretos de teñido de diferentes colores, como los procesos y materiales utilizados.
En segundo lugar, gozamos de tejidos con diferentes texturas, materiales, grosor, permeabilidad o transparencia. Es una muestra del avance de la industria textil. El otoman, la lona o loneta –hecha de algodón o cáñamo-, el terciopelo, la gasa, la chenilla –tela gruesa y con relieve-, el tweed, el moaré o el encaje son algunos de los acabados y tramas que podemos encontrar, entre muchos otros.
Hoy en día, la industria también utiliza la química para añadir propiedades adicionales a los tejidos, proporcionándoles, por ejemplo, acabados más brillantes, antideslizantes, suavizantes, blanqueadores o antiarrugas. También es muy importante y usado el añadido de productos para el lavado fácil y la eliminación de la suciedad, o los resistentes a agua o aceite, por ejemplo. Y como ejemplo, uno de los productos más conocidos y vendidos para los hogares son los manteles de resina o de teflón, más fáciles de limpiar que los de tela, y perfectos para el día a día.
En La Huerta Valenciana te sorprenderás de la calidad de nuestros tejidos, el brillo de nuestros colores, y del buen acabado y practicidad de los textiles. ¿Te animas a visitarnos?