Normalmente, según a quién le hables, una casa antigua puede tener un encanto especial o ser una auténtica pesadilla para su redecoración. Pero con un poco de cariño y creatividad, podrás mirar tu casa antigua con otros ojos. Y es que tienen muchos elementos que son merecedores de algo más de admiración por nuestra parte, y que vale la pena mantener en la rehabilitación, reforma o redecoración de los espacios.
Cuando un hogar se queda anticuado no solo es porque no nos gusten los muebles o el color de las paredes, también es porque no responde a nuestras necesidades actuales. Por eso, en primer lugar, deberíamos hacer el esfuerzo de ver la casa como si la viéramos por primera vez. Como si fuéramos un vecino o vecina que viene a visitarla, para ver sus fallos de forma más objetiva. Esto nos ayudará para detectar los fallos en distribución del mobiliario, el color…y también para simplificar. Y es que simplificar en casas antiguas es fundamental, ya que normalmente nos encontramos con multitud de objetos y detalles que ya han perdido su vida útil o que ya no casan con las nuevas tendencias.
Sin embargo, hay muchísimos elementos que son dignos de admiración, como decíamos, y que podríamos rescatar con solo unos toques de creatividad. Ponemos como primer ejemplo las baldosas. Son un dolor de cabeza. Quizá cada habitación tenga las baldosas de un color y sean difíciles de quitar. Hay una solución: la pintura en aceite. Pinta las baldosas del color que quieras para no tener que reformar el baño o la cocina por completo. Fíjate en las baldosas hidráulicas o las que tienen diseños especiales: tal vez quieras presumir de ellas en lugar de pintarlas.
Y hablando de pintura… Es uno de los materiales más baratos que podemos encontrar para la redecoración de tu casa antigua. Primero, hay que mirar si hay que reforzar muros o tapar grietas, y a continuación, elegir la pintura acorde con la idea que tenemos en mente para la decoración. La apariencia que tendrá la casa con la pintura nueva te devolverá el amor por ella.
Los techos son grandes aliados. No vuelvas a mirar las molduras decorativas o las vigas de madera con irritación. Tenerlas es todo un lujo si el resto de la decoración se convierte en algo más moderno y adaptado a los tiempos. Otros elementos salvables son, por ejemplo, las chimeneas. Puedes convertirlas en el centro de un salón o comedor, ya que son un clásico que nunca pasa de moda. Las columnas y pilares que te resulten más raros en el sentido de distribución, se pueden convertir también en protagonistas de un espacio. Siempre le aportan un valor especial a la casa.
El resto solo es echarle imaginación, ganas y creatividad, sobre todo en las zonas donde vayas a hacer más vida: cocina, comedor y al menos uno de los baños. Si estas estancias resultan confortables y agradables a la vista, tienes la jugada ganada. Atrévete con una nueva distribución del mobiliario para ganar espacio, simplicidad, y comprobar qué es lo que te sobra y lo que te falta. Una vez tengas claro esto y ya hayas dado una mano de pintura nueva, estarás preparado para emprender la fantástica tarea de elegir la ropa de hogar: colores, texturas, tejidos… Todo ello te espera para que le des el visto bueno a una casa que ya necesitaba un lavado de cara. Y qué mejor manera que estrenando textiles. Una colcha nueva e impoluta, nuevas fundas para el sofá, cojines modernos o una decoración con mantas, será ideal para acabar de darle el toque cálido y acogedor a tu nueva “casa antigua”. ¡Ah! Y no olvides los detalles. Aléjate de viejos faldones, puntillas, manteles, marcos de fotos pasados de moda, figuritas de cerámica por todas partes… saca la creatividad que llevas dentro.