No solo de mantelería vive la decoración de una mesa. Anteriormente hablábamos de los manteles como el vestido principal de este mueble que es el centro de la vida familiar y de ocio. Es fundamental en la decoración y acicalamiento de la mesa para las veladas más especiales. Sin embargo, el look de nuestra mesa no sería el mismo sin los elementos que contienen lo que vamos a comer y beber: hablamos, por supuesto, de la vajilla, la cubertería y la cristalería. Y por eso, su adecuación de color y su colocación son tan primordiales para impresionar como disponer de un mantel bonito y de calidad. Con la vajilla habrá que entonar la mantelería y la cristalería, el centro de mesa y otros elementos que se vayan a utilizar.
La vajilla marcará la categoría del tipo de comida que vayamos a dar. Normalmente en las casas hay una vajilla de diario y otra de fiesta o para invitados. La cubertería ha de ser adecuada al tipo de vajilla que utilicemos. No sería lógico utilizar una cubertería de plata, barroca, con una vajilla de Duralex, ni una cubertería de acero con una vajilla de Limoges.
Pero, ¿cómo lo hacemos? En primer lugar, es interesante asegurarse de que los platos se encuentren centrados frente al comensal y alineados en la mesa. Siguiendo con la cubertería, la noción básica que muchos conocerán –y que a otros les interesa recordar- es que el cuchillo se coloca en la parte derecha del plato con el filo hacia el interior, mientras que el tenedor va a la izquierda con las puntas mirando hacia arriba. Si se trata de una velada más formal, entonces no debemos prescindir de piezas como el servicio completo de vajilla con tres piezas, o el platillo del pan que se coloca a la izquierda de las copas.
En cuanto a la cristalería, lo más importante es que esté reluciente. Para eso es conveniente pasarle un trapo que abrillante el cristal, en el momento de colocarla. Los vasos y copas también siguen su protocolo. Si tenemos solo una copa, se coloca frente al cuchillo, y las que añadamos se van colocando a partir de ahí hacia la izquierda. Toda la vajilla, cubertería y cristalería debe estar alineada para que quede una sensación de simetría y armonía.
Pero no todo queda ahí. Estos elementos que llenan la mesa pueden encontrarse en cientos de modelos, colores, diseños y formas. Por ello, decidirse será lo más complicado cuando llegue la hora de buscar una decoración diez. Nosotros recomendamos siempre optar por el contraste para dar un golpe de efecto, para lo cual hay que tener muy presente el tipo de mantelería. Si elegimos telas estampadas, parecidas a nuestros modelos Begur o Capri, o con colores fuertes, como el modelo Abacanto, es mejor que la vajilla sea de colores más puros y de acabados sencillos. Por el contrario, si optamos por manteles lisos y colores claros, como los modelos Arlette o Bari, podemos escoger una vajilla y cubertería más rica en intensidad y ornamentos.
Además, si el lienzo del mantel es más neutro, podemos permitirnos ser más originales y creativos, pudiendo mezclar platos de distintas vajillas, piezas modernas y otras más antiguas, o colores que combinen entre sí. Eso dará un toque moderno y animado, y causará una grata impresión a los invitados. Con todos estos consejos, la vajilla, cubertería y cristalería pasarán de ser un dolor de cabeza a ser la parte favorita de recibir a gente en casa.